Hoy es el día de las campanadas y las uvas, tradición que por cierto me parece una chorrada, pero esa es otra historia. Me he encontrado un cascabel aquí arriba, así que se me ha ocurrido hacer mis propias campanadas de 2007, un recordatorio a este año que tiene muchas cosas que me quedo para mi, muchos recuerdos, muchas cosas que intento escribir y no me salen, muchas cosas que no me da la gana de olvidar. Este año que ya está en las últimas tiene muchas campanadas, pero como son doce porque así lo ha decidido alguien que no tenía otra cosa mejor que hacer, pues eso, aquí están.
Los cuartos
– Ese año me he subido a una azotea.
– Este año he abierto un blog.
– Este año he empezado a acabar la carrera
– Este año no se olvida.
Una
– Teresa, esa sonrisa de oreja a oreja, esa pequeña pelona que me encuentro a la hora de comer todos los días y me hace reír, esa pequeña ahijada.
Dos
– ‘El Guardián entre el Centeno’ y su protagonista Holden Caulfield, que me empujó, escalón a escaón a mi azotea y a empezar a digredir. Un libro para no olvidar.
Tres
– Fer, que siempre ha estado ahí cuando lo he necesitado, que me saca de la azotea de vez en cuando y escribe pequeñas frases en la puerta de mi azotea que animan a cualquiera.
Cuatro
– Los ojos del color de la Coca-Cola, qué me devolvieron la inspiración, me devolvieron las ganas de hacer lo que me gusta, consiguieron que un pez sin manos cogiera un Boli y una libreta y se pusiera a imaginar cuentos. Devolvieron lo que le faltaba al número siete. Hicieron magia.
Cinco
– Juanmi, Pelayo y Ana, Sira, Leti y Jesús y Teresa, que me preguntan y que además sin darse cuenta me hacen sonreír de verdad cuando lo necesito.
Seis
– Mis vecinos de azotea, Alex, Nico, Gon, Gusman, Lobo, Actor, Junki, Alfonso, Rafa, Anacleto y todos los que han ido dándose un paseo por mi azotea, incluso algunos dejando mensajes que no se olvidan como el que dejó una almohada tras la puerta por si me caía.
Siete
– Una forma de pensar, una forma de actuar, una forma que no cambiará y yo quiero que siga siendo así.
Ocho
– Papá, Mamá, Mariano, Pizca y Teresa, Lucas, Rocío, Rocío junior, Alvaro y Gonzalo, Alex, Belén y María, Elena y Nacho (el nuevo), Paula, Nico, Fer y Tere, Pilar, Ines e Isabel. La gran familia en todos los sentidos que sigue creciendo.
Nueve
– Gente que ha sido el hilo del que tirar para escribir cuentos, gente tan grande como El Capitán o Jaime, que tiene un cuento que no veréis porque no es mío, es un regalo. Hay cosas que son así. Me encantó poder escribirlo, me encantó poder regalarlo, me encantó tener esa oportunidad.
Diez
– El trabajo. Desde luego Neblí, donde disfruté como un enano y donde detrás de un mostrador encontré unas manos preciosas. Onda Cero, con Gomaespuma y sobre todo con La Orilla, donde me hicieron sentir de lujo todo el equipo, empezando por La Jefa, Luján y acabando por Peña, Gema, Noel, Arturo, Karmele, María, Rafa y todos los demás que me cuidaron durante el verano, gente como Jaime Rull y Mar de Tejeda, dos grandes entre los grandes. Por supuesto, también Salero, donde estoy ahora, con Cristian, Lucas, Iñaki, Bola y Carla. De esto ya hablaré, que hay mucho curro.
Once
– Las canciones que me sacan de mi azotea, la música de Gary Jules, de Paco Bello, de Amaral y de Duncan Dhu.
Doce
– La única razón por la que aquí sigo, a la espera de lo que pase en 2008.
Sed buenos también este año, que queda mucho por escribir.
Y mientras tanto, espero el 2008 sentado en mi azotea.
No te cortes. Habla