Yo de mayor quiero ser saltimbanqui. Hoy mi mamá me ha explicado lo que son y me han gustado, Hoy he visto un montón en los pasos de cebra de Madrid y cada uno era diferente al siguiente. Había uno que daba vueltas con una bicicleta de una sola rueda, otro tenía unas piernas tan largas que casi tocaba el cielo. He visto a uno que jugaba con unos bolos de colores, otros que tenían la nariz roja y se pasaban una pelota como hago yo en el cole con mis amigos. La única diferencia es que ha ellos no se les caía.
Hoy me he levantado pronto, casi tanto como papá, que después de desayunar y darme un beso de los que suenan se ha ido a trabajar con su chaqueta, su corbata y su maletín negro. Por la tarde volverá y jugará conmigo a las construcciones. Mi papá es el mejor, por eso de mayor quiero ser como él, fumar en pipa y llevar trajes elegantes. Mamá me ha prometido que esta mañana daríamos un paseo largo, así que me he vestido rápido y me he puesto mis playeras, las que tienen cintas de que se pegan y suenan mucho al quitarlas en vez de cordones.
A las diez y pico mamá y yo hemos salido a la calle y como siempre ahí seguía la estatua de Colón con el dedo en alto y la bandera gigante de España. Mamá me ha dicho que hoy íbamos a pasear por la Castellana, que es la calle que casi siempre veo desde el coche de mis papás. Es gigante y siempre está llena de coches de todos los colores y de gente que pasea corre o está sentada en los bancos de los lados. Me gusta la Castellana porque por donde no pasan los coches está lleno de árboles, flores y césped y como es muy, muy ancha, se puede pasear sin que la gente.se choque contigo que es una cosa que no me gusta nada porque a veces me hacen daño.
Lo que más me ha gustado del paseo de hoy han sido los pasos de cebra, que ya me gustaban antes porque podía jugar con papá y mamá a pisar solo las rayas blancas. Muchas veces lo conseguía sobre todo cuando voy de la mano de papá, que como es súper fuerte me levanta en el aire con una mano para que salte mucho más. Cuando cumpla ocho años, que ya queda poco, yo creo que lo conseguiré sin ayuda, porque bebo mucha leche y seré mucho más mayor que ahora.
El primer paso de cebra que hemos cruzado mamá y yo era pequeñito y pasaban muchísimos autobuses. Los había rojos y azules, y el que más me ha gustado era uno que tenía como un gusano en medio y era el más largo de todos. Detrás ponía el número veintisiete, que son los años que cumplió mi tío Fernando, el hermano de mi mamá y también las velas que sopló en la tarta de frambuesa que comimos de postre ayer cuando lo celebramos en casa de los abuelos. Le he preguntado a Mamá si podíamos coger ese autobús raro y me ha prometido que lo cogeríamos a la vuelta del paseo.
Los autobuses me gustan porque llevan muchísima gente y se ve todo muy alto cuando vas en ellos, además los conductores son muy majos y siempre hablan conmigo cuando mamá me deja sentarme delante de todo y ver como conduce el señor con ese volante tan grande y todos los botones y pantallas que lleva, por eso yo de mayor quiero ser autobusero.
El paseo me ha gustado mucho, pero también me he cansado más que cuando me toca gimnasia y al final me he quedado dormido en el autobús de gusano volviendo a casa para comer. Hemos visto la Castellana casi entera, he visto muchos palacios y casa grandes, edificios muy bonitos y altos con carteles de luces y al fondo siempre se veían unas torres que me han gustado porque parecía que se iban a caer. Detrás de ellas había cuatro torres que eran las más altas que he visto en mi vida, y eso que no estaban terminadas.
De los edificios que hemos visto de cerca, los que más me han gustado han sido una pirámide de cristal y sin pico como las del libro que tengo sobre los faraones y un edificio blanco que mamá me ha dicho que se llama la Torre Picasso, que fue un pintor muy importante. Cuando he vuelto a casa le he buscado en la enciclopedia con Papá y me ha gustado porque pintaba parecido a mi. Era calvo y tenía muchas arrugas. También hemos visto fuentes y estatuas puestas en medio d la calle y que los coches rodeaban para pasar, hemos pasado por debajo de dos puentes y hemos estado un rato viendo una mano grande y gorda que saludaba a toda la gente que paseaba.
Durante todo el camino, en lo que más me he fijado ha sido en la gente de los pasos de cebra. Los saltimbanquis eran los mejores, con sus trajes de colores y sus caras pintadas de fiesta, sonreían muchísimo y uno me ha sacado una pelota de la oreja, mamá me ha dado unas monedas para que se las diera mientras esperábamos para cruzar y le he preguntado porque hacía juegos a los conductores de los coches cuando el señor del semáforo estaba en verde, me ha dicho “este es mi trabajo, me gusta y es lo que se hacer, además así la gente que está en el coche se puede reír un rato mientras espera a que la gente cruce.”
En algunos pasos de cebra, había policías que dirigían el tráfico de la gente y los coches. Yo creo que cuando crezca y sea mayor voy a ser policía como los que he visto para poder llevar ese chaleco que brilla tanto y tener un silbato que pite tan bien y tan fuerte. Eso si, yo no voy a ser tan serio como los que había esta mañana mientras paseaba, lo prometo.
En un paso de cebra, mientras esperábamos a que los coches pararan, mamá y yo hemos visto un señor que sudaba mucho y que daba saltitos a nuestro lado para no dejar de correr, llevaba una cinta azul en la frente y unas zapatillas como las que me voy a pedir este año a los Reyes Magos. A mí ahora me cansa mucho hacer deporte, pero cuando crezca más, seguro que gano una medalla de oro como las que dan en las olimpiadas del cole.
Os estoy hablando mucho de los pasos de cebra y no os he contado nada de cómo son por si no habéis paseado por la Castellana como yo. Son sitios por los que la gente cruza cuando los coches se paran, tienen semáforos altísimos con tres luces, una roja, una verde y una naranja que parpadea. A veces, cuando la luz está verde, suenan pitidos, mamá me ha dicho que son para que la gente que no ve, pueda saber sepa cuando tiene que cruzar. Yo hoy no he visto nadie que no vea, y mira que lo he buscado. Casi todos los pasos de cebra que hoy he visto, tenían muchas rayas blancas, aunque algunos, sólo tenían cuadraditos justo donde se paraban los coches. No me han gustado nada porque no podía jugar a no pisar lo negro. En algunos cruces, también había gente que limpiaba los cristales de los coches parados, mamá me ha dicho que es su trabajo, como el de los saltimbanquis.
Había muchos pasos de cebra y muchas cosas distintas en cada uno, había coches y taxis, había motos, gente que reparte periódicos y papelitos a los que pasan, abuelitos que cruzaban muy despacito, gente que corría y había un señor al que se le han caído todos los papeles que llevaba en un maletín como el de papá, cada paso de cebra era diferente. Sólo había una cosa que se repetía justo antes de empezar a cruzar. Mi madre diciéndome “dame la mano para cruzar”.
Y yo mientras tanto aquí sigo contando historias, en mi azotea
No te cortes. Habla