Dos años y aquí sigo. Hace poco una personita que piensa que es muy mayor me preguntó cómo empezó esto de la azotea y mi respuesta está aún por llegar. Desde luego no nació como lo que es ahora. La idea principal duró dos días, ha cambiado tanto como mi vida en todo este tiempo.
Al cumplir mi primer año mi idea era dejar el blog, abandonar. No es la idea de este año de momento. Ha sido un segundo año raro y en el que se ha escrito más bien poco desde la azotea. Pero es un año con algo que no se como explicarlo, con cambios y más cambios en mi vida y en mi cabeza que me está costando mucho contar, pero acabaré esto, espero.
Llevo todo el día mirando atrás y no, no soy de esas personas que en las películas dicen que no se arrepienten de nada de lo que han hecho en su vida. Yo si, de muchas cosas que pasaron en tres años de mi vida, y la verdad, nunca he pedido perdón a todas las personas a las que quiero he hice daño. Quizá este es un momento muy fácil porque tengo un oceano y pico de distancia de sus caras, pero algún día lo tenía que hacer y hay quien sabe que digo mejor las cosas por escrito.
Este post lleva doce días de retraso y me puso en marcha el post de un fenómeno y amigo (Cumpleaños Feliz), pero no sabía sobre que escribir y en realidad tampoco lo se ahora, así que a ver que sale.
Pensando en que era de mí en abril de 2008, recuerdo que no fue el mejor mes, que experimente cosas que pensé que había dejado atras, pero no pude. Pronto llegó mayo y los últimos exámenes de la carrera. Fueron divertidos y tristes. Sabía que se acababa una etapa que disfruté menos de lo que pude haberlo hecho. Cuarto y quinto son para mí la universidad, la amistad, las peleas universitarias, las conversaciones de verdad, las discursiones, los amigos.
Recuerdo que cuando acabé el último examen me sentí como los guardas del parking del final de El Show de Truman, la frase era «y ahora que ponen». Después vinieron historias de la universidad y muchas risas, pero había cierta intranquilidad porque perdiamos los horarios, la red de seguridad que te da el estar estudiando. Estabamos subiendo un escalón demasiado grande sin darnos cuenta entre sangría, cerveza y tortillas caseras en la cafetería de la uni.
De ahí a junio, que empezó con la celebración de mi cumpleaños, y qué celebración. Es enorme haber jugado con delfines a las cuatro de la mañana. Eso fue grande, muy grande. Junio y mayo también significaron estudio en la Biblioteca Nacional. Estudio y conversaciones con algo de raras y mucho de cariño, de saber que ese era mi sitio en ese momento aunque a la gente le extrañara.
En julio llegó Antena 3, y que decir de toda la gente a la que conocí allí. Fueron unas prácticas increibles. Me tocó el horario que nadie quería, pero la verdad que el mejor de todos. Toqué todos los palos y tuve la oportunidad de que me confiaran temas muy serios e incluso noticias de apertura, ¿Qué más se puede pedir? Pues unos compañeros de lujo, no sólo en la noche, también las jefas del madrugón y todo el equipo de tarde de Espejo Público. La verdad es que era un gustazo trabajar con ellos.
Al final de julio, Contempopranea 08 y este año volvemos. Aquí se contó (casi) todo. Más prácticas y mucho miedo a septiembre, el mismo que en agosto, y llega septiembre y esto se acaba.
Octubre, noviembre y diciembre se hacen difíciles sin trabajo, pero los amigos te lo hacen fácil. Llega enero, pero un poco antes Jaime deslumbrando y después anuncios de más chavalada para la vuelta, porque en enero cojo un avión y las placas de la azotea y me vengo a Boston.
Mientras escribía esto pensaba en mis amigos, aunque aquí es fácil por lo que se les echa de menos desde tan lejos. No sabría por donde empezar la verdad. De todos he aprendido muchas cosas.
El otro día por ejemplo me vino a la cabeza el día en el que me di cuenta de que a Hugo lo tendría siempre a mi lado. Hubo una conversación en la que pareciamos adultos metidos en crios de sexto de primaria, y sabría hasta decir donde empezó esa conversación. Más tarde le alejé de mi vida mucho tiempo, pero ahora sigue estando ahí aunque yo no me lo merecía. Si alguien sabe lo que quiero a Hugo, sabe lo que quiero a todos mis amigos. Y no empezaré a escribir sus nombres porque sé que me dejaría a alguien.
Hay una amistad que empezó sin querer y siguió sin explicación ninguna hace muy poco pero que ha crecido a lo bestia. Si me preguntas otro día a lo mejor te la describo de otra manera, pero hoy es como el cuento de Rudyard Kipling que me encanta desde pequeño titulado Rikki-Tikki-Tavi. En este caso, yo soy Teddy, no la mangosta.
En este segundo round de azotea, he escrito más bien poco, aunque me atreví a participar en un concurso de relato corto por fin. Seleccionaban diez para la fase final, así que debí quedar duodécimo con Segundo ejemplar. Undécimo seguramente quedó el Señor Lobo y su relato.
No puedo ponerme a prometer cosas que no se si podre cumplir, como que voy a escribir más…blablableblebloblu, pero si, que de momento no dejo esto, porque me gusta estar aquí y me gusta que esteís ahí hasta cuando me pongo sentimental, porque aquí en en la azotea de Boston me doy cuenta de que tengo una suerte alucinante, porque hasta cuando estoy sólo y muy muy lejos tengo personas a las que quiero a mi lado, y me gusta tenerlas.
Y mientras tanto aquí sigo, después de dos años, en mi azotea.
No te cortes. Habla