Archive for the 'Remember' Category

Cuando éramos críos

Cuando éramos críos teníamos héroes de celuloide y armas de cartón. Teníamos amigos para siempre, pocos dientes y pantalones con barro hasta las rodillas. Éramos valientes para trepar, saltar y pelear, capaces de compartirlo todo y de hacer promesas irrompibles. Cuando éramos críos sonreíamos hasta después de llorar. Nos fijábamos en los buenos y nuestra misión era acabar con los malos sacudiendo los brazos con el índice estirado y haciendo ruido con los mofletes. Nunca era tarde para jugar, y la imaginación era nuestra casa habitual.

Para todos esa época tiene nombre de década, pero algunos tenemos suerte porque tuvimos dos décadas y encima el tener hermanos mayores nos hacía partícipes de cosas que ni siquiera recordaríamos si no fuera por sus carpetas forradas, sus posters intocables en la habitación, sin su música en cassetes grabadas de la radio o sus camisetas desgastadas.

son of rambow

Ese recuerdo de unos años a los que todos miramos con una sonrisa, es lo que he visto hoy en una película inglesa y sencilla, en una película que pasó desapercibida por nuestros cines y que ahora sale en dvd.

El hijo de Rambow.

Para verla y disfrutarla. Cuenta la historia de dos amigos muy distintos. Will, que pertenece a una secta puritana que le impide tener una vida como la del resto de sus compañeros, pero no le quita tener una imaginación como pocos. Por otro lado, Lee Carter, cabronías de mucho ‘cuidao’. Juntos y emocionados por el papel de Stallone en Acorralado, deciden rodar una película para un concurso de la BBC. Los dos chavales protagonistas, actúan por primera vez en cine pero son unos grandes. El director, Garth Jennings, que para gustos colores, pero a mi su adaptación de la novela La guía del autoestopista galáctico me gustó. Y sin más que decir, que estas cosas lo que hay que hacer es verla.

Y yo mientras tanto, aquí sigo, como siempre en mi azotea bostoniana.

Remember… ¡Gorrión!

Noche de remember con cerveza, de hincarnos a ver videos del tubo y me reí tanto con Paco León en Homo Zapping que alguno tenía que colgar.

1. ¿Tu te crees que tenemos aquí un ejercito e maquilladores? Pa ti Montse, pa ti.

¡Cómo tu gorriona….Aaaaaaaaak!

¡Qué Alejandro Sanz es muy dificil!

Quiero mi caramelito

Y de regalo el lechón que no pasa de moda.

Y yo mientras tanto aquí sigo ¡gorrión! en mi azotea.

Dos años

Dos años y aquí sigo. Hace poco una personita que piensa que es muy mayor me preguntó cómo empezó esto de la azotea y mi respuesta está aún por llegar. Desde luego no nació como lo que es ahora. La idea principal duró dos días, ha cambiado tanto como mi vida en todo este tiempo.

Al cumplir mi primer año mi idea era dejar el blog, abandonar. No es la idea de este año de momento. Ha sido un segundo año raro y en el que se ha escrito más bien poco desde la azotea. Pero es un año con algo que no se como explicarlo, con cambios y más cambios en mi vida y en mi cabeza que me está costando mucho contar, pero acabaré esto, espero.

Llevo todo el día mirando atrás y no, no soy de esas personas que en las películas dicen que no se arrepienten de nada de lo que han hecho en su vida. Yo si, de muchas cosas que pasaron en tres años de mi vida, y la verdad, nunca he pedido perdón a todas las personas a las que quiero he hice daño. Quizá este es un momento muy fácil porque tengo un oceano y pico  de distancia de sus caras, pero algún día lo tenía que hacer y hay quien sabe que digo mejor las cosas por escrito.

Este post lleva doce días de retraso y me puso en marcha el post de un fenómeno y amigo (Cumpleaños Feliz), pero no sabía sobre que escribir y en realidad tampoco lo se ahora, así que a ver que sale.

Pensando en que era de mí en abril de 2008, recuerdo que no fue el mejor mes, que experimente cosas que pensé que había dejado atras, pero no pude. Pronto llegó mayo y los últimos exámenes de la carrera. Fueron divertidos y tristes. Sabía que se acababa una etapa que disfruté menos de lo que pude haberlo hecho. Cuarto y quinto son para mí la universidad, la amistad, las peleas universitarias, las conversaciones de verdad, las discursiones, los amigos.

Recuerdo que cuando acabé el último examen me sentí como los guardas del parking del final de El Show de Truman, la frase era «y ahora que ponen». Después vinieron historias de la universidad y muchas risas, pero había cierta intranquilidad porque perdiamos los horarios, la red de seguridad que te da el estar estudiando. Estabamos subiendo un escalón demasiado grande sin darnos cuenta entre sangría, cerveza y tortillas caseras en la cafetería de la uni.

De ahí a junio, que empezó con la celebración de mi cumpleaños, y qué celebración. Es enorme haber jugado con delfines a las cuatro de la mañana. Eso fue grande, muy grande. Junio y mayo también significaron estudio en la Biblioteca Nacional. Estudio y conversaciones con algo de raras y mucho de cariño, de saber que ese era mi sitio en ese momento aunque a la gente le extrañara.

En julio llegó Antena 3, y que decir de toda la gente a la que conocí allí. Fueron unas prácticas increibles. Me tocó el horario que nadie quería, pero la verdad que el mejor de todos. Toqué todos los palos y tuve la oportunidad de que me confiaran temas muy serios e incluso noticias de apertura, ¿Qué más se puede pedir? Pues unos compañeros de lujo, no sólo en la noche, también las jefas del madrugón y todo el equipo de tarde de Espejo Público. La verdad es que era un gustazo trabajar con ellos.

Al final de julio, Contempopranea 08 y este año volvemos. Aquí se contó (casi) todo. Más prácticas y mucho miedo a septiembre, el mismo que en agosto, y llega septiembre y esto se acaba.

Octubre, noviembre y diciembre se hacen difíciles sin trabajo, pero los amigos te lo hacen fácil. Llega enero, pero un poco antes Jaime deslumbrando y después anuncios de más chavalada para la vuelta, porque en enero cojo un avión y las placas de la azotea y me vengo a Boston.

Mientras escribía esto pensaba en mis amigos, aunque aquí es fácil por lo que se les echa de menos desde tan lejos. No sabría por donde empezar la verdad. De todos he aprendido muchas cosas. 

El otro día por ejemplo me vino a la cabeza el día en el que me di cuenta de que a Hugo lo tendría siempre a mi lado. Hubo una conversación en la que pareciamos adultos metidos en crios de sexto de primaria, y sabría hasta decir donde empezó esa conversación. Más tarde le alejé de mi vida mucho tiempo, pero ahora sigue estando ahí aunque yo no me lo merecía. Si alguien sabe lo que quiero a Hugo, sabe lo que quiero a todos mis amigos. Y no empezaré a escribir sus nombres porque sé que me dejaría a alguien.

Hay una amistad que empezó sin querer y siguió sin explicación ninguna hace muy poco pero que ha crecido a lo bestia. Si me preguntas otro día a lo mejor te la describo de otra manera, pero hoy es como el cuento de Rudyard Kipling que me encanta desde pequeño titulado Rikki-Tikki-Tavi. En este caso, yo soy Teddy, no la mangosta.

En este segundo round de azotea, he escrito más bien poco, aunque me atreví a participar en un concurso de relato corto por fin. Seleccionaban diez para la fase final, así que debí quedar duodécimo con Segundo ejemplar. Undécimo seguramente quedó el Señor Lobo y su relato.

No puedo ponerme a prometer cosas que no se si podre cumplir, como que voy a escribir más…blablableblebloblu, pero si, que de momento no dejo esto, porque me gusta estar aquí y me gusta que esteís ahí hasta cuando me pongo sentimental, porque aquí en en la azotea de Boston me doy cuenta de que tengo una suerte alucinante, porque hasta cuando estoy sólo y muy muy lejos tengo personas a las que quiero a mi lado, y me gusta tenerlas.

Y mientras tanto aquí sigo, después de dos años, en mi azotea.

Where the wild things are

Cuando era pequeño, había un cuento que me flipaba y nunca me cansaba de sus dibujos, se llamaba «Donde viven los monstruos«, el original Where the wild things are. De vez en cuando pensaba en él, en plan, «como molaría tenerlo de nuevo». De repente, desde que estoy en Boton ha vuelto a mi cabeza por varios motivos. Nada más llegar aquí vi una tienda de muebles que estaba decorada con sus dibujos. Luego encontré una tienda en la que vendían camisetas del cuento, y no me vuelvo sin una.

El cuento en cuestión trata de un niño que es un cabronías en toda regla que crea un mundo en el que él es el rey de los monstruos.

De repente vi en la Taberna de Gusman el pedazo de cartel de la peli que prepara Spike Jonze, y ahora salen las primeras imágenes, de las que yo te pongo una, pero puedes ver el resto en Blogdecine. Yo no falto al cine seguro.

where-the-wild-things-areY no sólo eso, además aquí un primer trailer. La verdad es que han bordado a los monstruitos. ¡Que ganas de verla!

Y mientras tanto, aquí sigo con ganas de escribir, en mi azotea.

Ríe

Este poema lo escribí hace unos seis años. un poquito antes de que naciera Rocío, mi primera sobrina. Es malo pero tiene su graciaa, y tenía su significado, distinto al que tiene ahora y por lo que lo rescato… 

Ríe la gota de rocío recién caída,
ríe el sol en los dibujos de mi hermana.
Ríe la suerte si está de suerte,
ríe la luna de seda vestida.
Ríe el niño cuando quiere,
ríe el enfermo ante la muerte.
Ríe el joven si alguien le amara.

Ríe mañana, tarde y noche,
ríe de alegría,
ríe si te sonríen,
ríe por no llorar,
ríe siempre.
Ríe.

Y mientras tanto, yo sigo riendo en mi azotea

II

Este poema sin nombre lo escribí el siglo pasado, no recuerdo la fecha y salió por una historia real contada por la quiosquera de la esquina. Jamás la terminé y creo que la dejaré así siempre.

Alfombra roja cubriendo el asfalto,
pasarela a la eternidad.
Amasijo de hierro y caballos de metal.
Un segundo luminoso,
un halito de vida,
dos corazones fundidos en uno
que piensan en él.
Se han dejado su querer hecho vida,
…amor.

La inocencia de un niño
que ha perdido sus dos primeras palabras.
Todavía se ríe.
Los ojos que le vieron nacer,
ahora son ciegos y el ríe.
Esas manos cariñosas,
ahora son frías y él ríe.
Lágrimas en los rostros de aquellos
que pensaron que no podría pasar.

Un cartel destrozado entre cristales;
mentiroso para bien.
Cartel que una vez dijo:
“Aquí hay un bebé.”
Un corazón de niño, con el amor de tres.
Unos padres y un hijo
unidos al anochecer,
cuando salga la luna…
…llena de amor.

Y mientras tanto aquí sigo, como siempre, esperando, en la azotea.

El eslabón roto

Un cuento al que tengo mucho cariño, no porque este muy bien escrito, que no lo está, sino por una historia que surgió en un taburete blanco con manchas negras, mucho después de haberlo escrito. Que os guste.

Desde que nací tuve todo lo que se puede querer cuando se es niño, unos magníficos padres, una buena casa y unos maravillosos amigos en el colegio. Lo que no sabía aún era que rompiendo uno de los estimados eslabones de la cadena, se te podía caer el mundo encima. Después de treinta años todavía recuerdo con curiosa perfección todo lo acontecido en aquellos aciagos días que hicieron temblar los cimientos de mi vida.

Pueden creer ustedes que ser hijo único es sinonimo de mimado pero en mi caso, créanme, no fue así y nunca se lo agradeceré bastante a mis padres. Aunque ellos me inculcaron caracter, la vida, como se verá, es una maestra brutal. Estos son los hechos a los que me refiero y espero y deseo que se den cuenta de mi desesperación en aquellos momentos de absoluta tristeza.

Llegué a la puerta del colegio al acabar las clases, donde debería estar esperandome mi siempre queridísima madre con su maravillosa e inconfundible sonrisa, pero allí no estaba. Busqué y busqué, pero no apareció. Cuando las primeras lágrimas comenzaban a empañarme los ojos, oí una voz que mellamaba. Me di la vuelta y encontré a mi tío Carlos. Nunca olvidaré su redonda cara desfigurada por el llanto. Le pregunté por qué lloraba. No me contesto. Anduvo todo el camino de vuelta a casa intentando hacerme reir para que olvidara lo sucedido a la salida de la escuela, aunque más bien parecía que era para consolar su amargura.

Por fin llegué a casa. Mi madre tampoco estaba allí. mi desconcierto iba en aumento, pero fue a eso de las siete cuando ya no pude contener mis sollozos al ver como mi tío rompía a llorar después de hablar brevemente por telefono. Media hora después apareció mi madre en casa y, cuando ya me disponía a gritar de alegría, descubrí que su bello rostro tenía un aspecto idéntico al que ofrecía su hermano. En mi vida he vuelto a ver tormento semejante. A la hora de la cena no tenía hambre, se me habían quitado las ganas de todo después de lo ocurrido. Cuando me iba a ir a la cama, recorde que mi padre hacía rato que debía haber llegado, como todas las noches, para contarme ese cuento que tanto me gustaba. Pregunté a mi madre por él. Papá jamás volvería.

Y mientras tanto, sigo a la espera en mi azotea

Por separado por favor

Este post que viene a continuación es, creo yo, lo mejor que he escrito desde que abrí esta pequeña azotea. Me apetece ponerlo porque me da la gana, y para los que no lo hayan leido, haber si piensan igual que yo. Ala, que os guste este «remember»:

Me he animado con esta nueva sección de “Pequeños placeres…”, y como en este momento no me apetece saltar, creo que seguiré con mis digresiones al menos un día más y para celebrarlo será con otro placer de la vida que llevaba por ahí abajo.

Los paquetes de regalo. No los regalos en sí, ni la preparación que lleva un regalo, que puede estar muy pensado y muy currado o haberlo elegido cinco minutos antes de dárselo a quien se lo merezca. Tampoco es la cara que se nos queda a todos cuando nos dan un regalo sin esperárnoslo. A mi personalmente, desde que estoy aquí arriba no es que reciba muchos regalos, es más creo que no he recibido ninguno ni tiene pinta de que vaya a recibirlos…

A lo que iba. Los paquetes de regalo. Eso es más que un arte, es increíble lo que una persona que sabe envolver hasta el paquete más complicado y que encima pone todo su cariño en cada cosa que envuelve puede llegar a lograr con un papel bonito, un rollo de celo y unas tijeras. Yo, no sería capaz.

Os extrañará esto que cuento, pero antes de subir cuarenta y siete plantas de un edificio dispuesto a saltar en cuanto se me acabaran las digresiones, yo también era persona, no diré que era una persona normal, pero persona era, o al menos eso me decían.

Bueno el caso es que, cuando estaba ahí abajo, un día pase por una tienda, compré y como quería regalarlo, fui al mostrador en el que había una chica envolviendo, le di el objeto en cuestión y al final, allí me quede todo el santo día mirando como envolvía cuidadosamente cada cosa que la llevaban. Me hubiera quedado más tiempo, pero se fue cuando cerraron, una pena.

Al día siguiente volví, y al otro y al otro. No podía dejar de mirar sus manos envolviendo. En la tienda ya se empezaban a mosquear de que estuviera allí todo el día mirando, así que lo que hice fue ponerme a trabajar en la tienda. Pero claro tuve que dejar el trabajo, uno no puede estar en lo alto de una azotea a punto de suicidarse y trabajando a la vez. Eso sí, me di cuenta del placer que son los paquetes de regalo bien hechos.

Y mientras tanto, aquí sigo, ESPERANDO en mi azotea.

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El Sello

el sello

Agotamiento neurótico con predisposición a molestar

Gente que ha subido

  • 164.419 digresores

Placas-Homenaje en mi azotea

picotas

mosby

lugarteniente mejorando lo presente

lacasitos

Días en los que aquí sigo…

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Las escrituras de la azotea

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