Heath Ledger

Lo que voy a escribir a continuación todavía no lo había hecho desde que estoy en la azotea, y seguramente haya habido ocasiones mejores en las que hacer una semblanza por primera vez, pero ha tocado hoy y ha tocado que sea Heath Ledger la persona de la que hable. Me ha apetecido, me ha impactado esta mañana la noticia y precisamente hace un par de noches, salió en una conversación muy graciosa que tuve.

Heathcliff Andrew, que así se llamaba, no sólo era un tipo guapo al que ahora lloran muchas fans y grupis sin acabarse de creer que lo hayan encontrado muerto en su apartamento del barrio del Soho de Nueva York, era también un buen actor, o por lo menos a mi me lo parecía. De esos tipos que aunque se les ve que tienen futuro en el trabajo que realizan, se empeñan en demostrar lo contrario, y Mister Ledger lo ha conseguido con sólo 28 años.

La primera película que vi de este chico fue El Patriota, que le dio el espaldarazo final hacia Hollywood. Tras esta película la gente hablaba de el como el nuevo Mel Gibson, cosa que a mi, personalmente, me saca de quicio. Comparar a un chavalín con una gran estrella es hundirle.

Después de confirmarse como icono de niñas y jóvenes luchando al ritmo que marcaba Queen en Destino de Caballero en 2001, participó, también ese año en Monster Ball, la cinta que le valió el Oscar a Halle Berry. Después de esto, Heath Ledger decidió ir mezclando el cine comercial con otro algo más independiente. Entre los proyectos en los que trabajó hay cosas tan dispares como Las cuatro plumas, Ned Kelly, Los amos del Dogtown o El Secreto de los hermanos Grimm.

El gran papel de la vida de este australiano fue en 2005, cuando Ang Lee le escogió, junto a su amigo Jake Gyllenhaal, para ser uno de los vaqueros gays de Brokeback Mountain, película que ese año ganó 3 Oscars (Director, guión adaptado y música original) y que a Ledger le supuso recibir la nominación como mejor actor en los premios de la Academia, en los BAFTA, en los Globos de Oro y en los premios del Sindicato de Actores.

Cuando este año parecía que se iba a quedar en el cine de verdad y dejaba atrás su etapa de comedias románticas, de repente, pasa una de esas cosas que sorprenden a todos. A mi lo que me sorprende es o que pasa siempre en estos casos. En cuanto huele a muerto las «moscas mierderas» allá van y se empiezan a publicar movidas, que a mi, sinceramente, me da igual si son verdad o no, del tipo: «Era un drogadicto», «La gente que se lo ha encontrado por la calle dice que olía mal», «cuando lo dejó Michelle Willams (la madre de su hijo) entró en un torbellino de drogas y alcohol», «se le ha visto de fiesta con Linsday Lohan«, etcétera, etcétera.

Este tipo de comentarios me saturan, porque la verdad no me aportan nada salvo el redescubrir, una vez más que hay personas a las que no les gusta nada dejar a los muertos en paz.

Total, que la última cosa que digo por hoy, que ya está bien. Ahora en breve se estrena The Dark Knight, la nueva película de Batman, en la que interpreta a Jocker y que es una pena la voz que le han puesto en el doblaje, pero el miedo da, porque tal y como le han caracterizado sale un Jocker bastante oscuro.

Está por estrenar en España I’m not there, película en la que tomando como referencia la carrera de Bob Dylan se relatan varias  historias ambientadas en los años 60, 70.

Además de esto, ahora mismo se encontraba en medio del rodaje de The Imaginarium of Doctor Parnassus, película del rarísimo Terry Gilliam y en la que estaba acompañado en la pantalla por el siempre elegante y soberbio Christopher Plummer. A ver si la estrenan o no.

Bueno, creo que ya lo he dicho todo, sólo queda desear que descanse en paz.

Y mientras tanto yo aquí sigo, como siempre, en mi azotea.